En los apartados siguientes de este material daremos pautas y estrategias para afrontar la composición y la redacción de la información digital. Antes, sin embargo, resulta imprescindible dejar claros cuáles son los principios en los que se fundamentan las tareas de componer y de redactar contenidos.
A veces se dice que la composición y la redacción son un arte. Esta afirmación lleva implícito que se trata de un terreno para artistas y, en cierto modo, disculpa a los que no lo son. Un texto puede llegar a ser una obra artística, está claro, y la literatura tiene muchos ejemplos de ello, pero esto no excluye que componer y redactar sea también una técnica, un oficio, con unos principios que se pueden aprender y aplicar.
Desde un punto de vista semántico, según el Gran diccionari de la llengua catalana:
- Componer significa «Formar (un todo) reuniendo o combinando diversos elementos, diversas partes o diversos ingredientes».
- Redactar significa «Poner en escrito alguna cosa en una forma conveniente a un propósito determinado».
De estas definiciones se desprende que:
- Una buena composición produce contenidos coherentes, que forman un todo, una unidad.
- Una buena redacción produce contenidos cohesionados, con una forma conveniente, y adecuados a un propósito y una situación comunicativa determinada.
Por lo tanto, la composición y la redacción tienen que producir textos, discursos o contenidos bien estructurados (coherentes), bien resueltos formalmente (cohesionados) y adaptados a cada situación comunicativa (adecuados).
Veamos estos principios con algo más de detalle:
- Coherencia. El texto tiene que estar estructurado internamente de modo coherente en torno a una idea principal y disponer los argumentos de forma ordenada. Debe permitir al receptor entender qué información es la más relevante y captar su sentido global, lo que hará que, por ejemplo, sea capaz de resumirlo. Lo que hace más evidente la estructura es la distribución en apartados y capítulos, los títulos o el uso de numeración y viñetas.
- Adecuación. El texto debe estar alineado con la finalidad comunicativa y con la situación en la que se produce: interlocutores, tema tratado, canal o soporte usado y propósito que se quiere conseguir.
- Cohesión. Las frases y párrafos que integran el texto tienen que estar bien formados y bien relacionados entre ellos, lo cual se consigue usando correctamente los conectores.
A continuación encontraréis un par de ejemplos de textos argumentativos, uno oral y otro escrito, donde podréis ver cómo están presentes estos tres principios:
- Discurso final de Al Pacino en la película Scent of a Woman.
- Granada, A. (1998, mayo). «Discriminació i racisme». El Periódico de l’Estudiant (n.º 6).
Pocos días antes de ser ejecutada en Texas, Karla Faye Tucker dijo: «No digan que me matan porque soy una amenaza futura para la sociedad, porque definitivamente, no lo soy». ¿Por qué murió, pues? Había asesinado a una pareja y la habían sentenciado a muerte. Reunía dos de los requisitos más frecuentes en los condenados: no tener recursos para pagar un buen abogado y haber matado a personas de raza blanca. En los Estados Unidos (EE. UU.) ningún fiscal pide la pena capital si el acusado puede pagar un buen defensor y la víctima es de raza negra.
La pena de muerte es matar a una persona de manera legal. Defender su aplicación implica aceptar la tortura: toda ejecución lo es, así como los días, semanas y meses anteriores. También es inútil, no hay ninguna evidencia de que tenga un poder disuasivo. En el Canadá, el número de asesinatos ha bajado mucho después de la abolición de la pena capital. En los EE. UU. hay estados que no la tienen y otros que la aplican frecuentemente. ¿Por qué? Dicen que la opinión pública está a favor. Yo hablaría más de una utilización de la pena de muerte por razones políticas.
Además, muchos informes señalan que no hay ningún argumento que nos demuestre su utilidad. Un psiquiatra japonés afirma que ninguno de los 145 condenados por asesinato había pensado en la posibilidad de ser ejecutado. El resultado de una encuesta a la policía norteamericana sobre la reducción de la violencia daba un 1 % de efectividad al aumento de las ejecuciones. La pregunta no es quién merece morir, sino quién puede matar. Yo creo que el Estado no puede hacerlo, no se puede luchar contra la violencia con más violencia.